Ampárame bajo tus alas,
hombre murciélago,
encantador de mis sueños
carcelero de mi cuerpo.
Llévame lejos con tu vuelo eterno...
Tu canto adormecedor
cautiva mi silencio
y tu mirar atento
despunta mis nervios
¡Cuanto ansío acariciar
tu frágil cuerpo,
a su vez robusto,
a su vez pequeño!
©2003 Maria Irene Torres
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