domingo, 5 de octubre de 2008

Carta abierta a lo que no debio ser

4 de octubre del 2008, 9:34 am

Durante los pasados días, he vivido experiencias dulces y amargas a la sombra de una ilusión provocada por un espejismo. La mente nos juega unas trastadas que nos confunden y nos provocan sentimientos adversos que, en ocasiones, no sabemos como interpretarlos.

Admito, de forma pública y consiente, que me equivoque al pensar que la llegada de este señor a mi vida podía ir más allá de la historia. En ningún momento mi intensión fue incomodarle; mis acciones y palabras respondían a los latidos tan fuertes que mi corazón iba marcando.

La ilusión de un amor me envolvió y me embriagó, haciéndome perder mi norte, y poco a poco su presencia y su imagen fueron ocupando los espacios inhabitados­, abandonados y ocupados de mi mente.

No quería irme de su lado, quería estar ahí, para lo que me necesitase, quería volverme parte de su vida y lo intente. Se muy bien las cosas que dije, y todas sus acciones me dan la razón para seguir pensando firme en todo lo dicho.

Puedo ver o considerar su acción y actitud ante mis palabras como la oportunidad perfecta para escapar. Me presté para realizar cosas que no me interesaban, cayendo así en su trampa; en la trampa puesta en nuestro camino.

No soy la única que ha salido lastimada, no soy la única que ha salido perdiendo. Por mi parte, ya he vivido estas situaciones antes y se lo que va a pasar, y se que va a doler, y se que me voy a curar de este dolor, hasta que otro ser insensible venga a engañarme y a jugar con mis sentimientos.

Quiero que recuerde usted, señor, que a pesar de que no quiera hablarme, de que este molesto conmigo por haberle comunicado lo que yo sentía y pensaba, estaré aquí, dispuesta a escucharle, a recibirle con los brazos y la mente abierta a la conversación sincera y al entendimiento mutuo.

Fue una batalla, pequeña, corta, pero intensa... una batalla en la que salí perdiendo, pero la guerra continua... la guerra contra mi misma. Y se que voy a vencer...

En todo momento, y lo puede corroborar en todos los escritos que le envié, solo quise hacerle participe de cada uno de mis pensamientos y sentimientos, de las cosas que usted iba logrando en mi y le di gracias por ello; y le pedí perdón por haberme enredado en su camino y le pedí perdón por no haberle podido sacar de mi mente y por haberle deseado.

Y le pedí una oportunidad, cuando dije que me iba, y me falte el respeto y falte a mi palabra, pues lo que siento por usted es mas grande que yo. Este sentimiento no nace todos los días, y cuando aparece en nuestro camino hay que atesorarlo y cuidarlo y cultivarlo para que nos de la felicidad que necesitamos.

Quise tantas cosas, soñé solo una: compartir a su lado sin esperar nada a cambio. Estaba dispuesta a afrontar problemas que no me pertenecen y todavía, a pesar del dolor que siento en el alma, estoy dispuesta a esperar.

Vuelvo a repetir mis palabras, vuelvo a doblegarme y a pedir perdón. Solo quería estar a su lado, nutrirme de usted, llenarme de usted...

A fin de cuentas, solo quise amarte...

María Irene

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